Mochila, novela, Club Hem, La Plata, 2014. Contratapa de Ulises Cremonte



Contratapa de Ulises Cremonte

Marina Arias sabe retratar mejor que nadie cómo los caminos de cada una de nuestras existencias están llenos de atajos. Si alguna vez nos dijeron que todos los caminos conducen a Roma, Mochilanos dice —o quizás nos recuerda— que no había chances de que Roma se pareciera en algo a lo que nos habían contado.
    Hay también en Mochila un cuidadoso trabajo de montaje. Marina Arias escribe con palabras, pero crea un sistema de imágenes, de reenvíos visuales que dotan a la novela de tridimensionalidad. El narrador nos lleva de un espacio a otro en un mismo párrafo, viaje textual que se ve acentuado en una especie de desdoblamiento del narrador.


Reseñas

2014, noviembre. Se lee en Esther Cross para Página 12.

2014. La batalla del movimiento 
por Ulises Cremonte, en bazaramericano.com

Desde Para qué sirve un traje de Neoprene (EDULP, 2006), pasando por ese exquisito libro de cuentos titulado Hacia el mar (EDULP 2008) Marina Arias ha sabido edificar una sólida voz narrativa, alejada de la moda de cierto realismo pueblerino. Su plan literario parece abastecerse de la literatura norteamericana. Hay recursos que establecen vínculos con Lorrie Moore, pero también esa mirada melancólica sobre el futuro que suelen tener algunos personajes de Alice Munro.

    En Mochila vuelven a aparecer Christian y Mariana, los protagonistas de Para qué sirve un traje de Neoprene. Ya no tienen la vida por delante o sí, porque se acaban de chocar con su propia vida. Son como fantasmas o mejor aún: imágenes fluctuantes proyectadas en una pared. Es que estos personajes viven en constante desfasaje. Les pasaba en Neoprene, al no animarse a besarse, y les pasa, aunque en un sentido distinto, en Mochila. El desfasaje aquí se da entre lo que son y lo que quieren ser, entre lo que son y lo que pensaban que iban a ser. De ahí se desprende la idea de melancolía sobre el futuro: no se añora el pasado, sino lo que nunca va a llegar.

    Hay también en Mochila un cuidadoso trabajo de montaje. Marina Arias escribe con palabras, pero crea un sistema de imágenes, de reenvíos visuales que dotan a la novela de tridimensionalidad. El narrador nos lleva de un espacio a otro en un mismo párrafo, viaje textual que se ve acentuado en una especie de desdoblamiento del narrador.
    
    En otra de las muchas capas que tiene el relato aparece el tono coloquial de los diálogos. Pero no encontramos un trabajo mimético con una supuesta habla oral, sino que los personajes parecen buscar en su habla algún refugio arqueológico de lo que alguna vez fueron.
    
    En la presentación de Mochila, Esther Cross destacaba que una de las tantas virtudes de la novela de Marina Arias era la particular manera en la que la autora abordaba narrativamente lo urbano. “No se describe a Buenos Aires, porque para poder describirla, la ciudad tendría que haber estado quieta”, decía Cross. Mochila es una novela en movimiento, una road movie sin carretera, salvo en esa imagen final, que reaparece en la portada. Y es también o ante todo, novela sobre el viaje que decidimos iniciar cuando nos damos cuenta de que hemos permanecido mucho tiempo quietos.